En la Sala Funcional de la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil, se llevó a cabo una actividad muy especial que no solo destacó por la interacción entre estudiantes y niños, sino que también puso en evidencia el potencial de futuros educadores en acción. Bajo la tutela de la máster Magda Solís Mera, los estudiantes del cuarto semestre diurno de la carrera de Educación Inicial se adentraron en el mundo de los trastornos del desarrollo y el aprendizaje. A través de actividades lúdicas como el canto y el baile, los pequeños de entre 3 y 5 años pudieron interactuar mientras aprendían sobre vocales y colores, incorporando conceptos básicos con el acompañamiento de canciones y juegos.
La conducta disruptiva, como define la docente Solís, hace referencia a aquellos comportamientos que interrumpen el proceso de enseñanza-aprendizaje, tales como la falta de atención, la agresividad, la impulsividad o la dificultad para seguir instrucciones. Estos comportamientos no solo afectan el ambiente del aula, sino que también pueden influir en el desarrollo emocional y cognitivo de los niños. “El objetivo de esta actividad es que las estudiantes puedan identificar estas conductas de manera temprana, para derivarlas adecuadamente a las instancias correspondientes, como el DECE (Departamento de Consejería Estudiantil)”, explicó la profesora.
La actividad permitió que las estudiantes pusieran en práctica su aprendizaje en la detección de conductas disruptivas mientras trabajaban con las áreas cognitiva, motriz y socio-afectiva. Además de enseñarles a los niños las vocales y los colores, las estudiantes utilizaron canciones y juegos para fomentar el aprendizaje y el desarrollo emocional de los pequeños.
Para algunos padres, como Jenny Alexandra Mendoza, la actividad resultó ser una experiencia reveladora. “Me parece muy bonito ver cómo practican las chicas, mi hija Isabella es un poco ‘enojona’, pero hoy se ha animado a participar”, comentó mientras observaba a su hija interactuar con las estudiantes. La madre de familia también destacó lo importante que es que las futuras maestras vivan esta experiencia. “Estas actividades les permiten poner en práctica lo que saben y acercarse más a lo que es trabajar realmente con los niños”, afirmó, reconociendo el impacto positivo de estas dinámicas en la formación de los estudiantes.
Karen Leyton Medina, estudiante de la carrera y madre de familia, también compartió su perspectiva sobre la actividad. “Como madre y estudiante, este tipo de actividades nos conecta con la realidad. Mi hijo Anthony está un poco tímido porque es el único varón, pero ya está empezando a integrarse”, comentó, destacando cómo estas experiencias son esenciales para las futuras prácticas preprofesionales que realizarán en los próximos semestres.
La experiencia no solo impactó a los niños y sus familias, sino que también permitió a las estudiantes observar directamente comportamientos disruptivos en los pequeños, como lo mencionó Geraldine Morales Ortiz: “Algunos niños, por ejemplo, se distraen fácilmente. Observar esas conductas nos ayuda a aplicar lo que hemos aprendido en clase, ya que son situaciones que probablemente se presentarán en el aula”, explicó, dejando claro cómo el ejercicio refuerza sus habilidades de intervención y manejo en el aula.
André Sebastián Benavides Toral, un joven que decidió estudiar Educación Inicial, nos cuenta: “Muchos se sorprendieron cuando les dije que estaba estudiando esta carrera, ya que generalmente no es elegida por hombres. Pero siempre me ha llamado la atención, especialmente porque crecí rodeado de niños durante los cursos vacacionales, y sentí una conexión especial”, comentó André, quien destacó el apoyo y la camaradería que ha recibido de sus compañeras y profesores. “Esos vacacionales me ayudaron a acercarme aún más a los niños y a descubrir que esta era mi vocación. Aquí, en la universidad, he seguido fortaleciendo esa conexión.”
Esta actividad no solo demuestra el compromiso de la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil con la formación de profesionales en el ámbito educativo, sino también la importancia de que los estudiantes de la carrera de Educación Inicial vivan experiencias prácticas que les permitan desarrollar habilidades y detectar, desde temprano, conductas que puedan marcar la diferencia en la vida de los niños. Con este tipo de ejercicios, los futuros maestros se preparan para ser agentes de cambio en el aula, contribuyendo de manera significativa a la formación integral de los niños en su etapa inicial.