En los laboratorios del campus de la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil (ULVR), un grupo de mujeres valientes escribe una nueva página en sus vidas. A través de uno de los programas de vinculación con la sociedad, impulsado por esta prestigiosa institución, estas emprendedoras de la Diócesis de San Jacinto de Durán están aprendiendo no solo a gestionar negocios, sino a construir sueños con bases sólidas.
El “Curso de Fortalecimiento para Identificar Oportunidades de Negocios y Gestionar Emprendimientos de Forma Efectiva y Sostenible” ha reunido a estudiantes y emprendedoras en un esfuerzo conjunto por transformar ideas en proyectos tangibles. Este espacio de aprendizaje y crecimiento tiene un impacto profundo, no solo en los conocimientos técnicos, sino también en la autoconfianza de las participantes.
Un Encuentro de Saberes
María Belén Corozo, estudiante de Administración de Empresas, describe cómo el trabajo mano a mano con las emprendedoras marca la diferencia: “Al trabajar directamente con una emprendedora, puedo brindarle una atención más personalizada. Hemos identificado fortalezas, debilidades y el potencial de su negocio. Es un proceso enriquecedor para ambas.”
Este enfoque se replica en otros casos. Yeser Plaza, estudiante de Contabilidad y Auditoría, señala cómo ayuda a las emprendedoras a estructurar sus planes de negocios: “Ellas ya tienen talento y pasión, pero necesitan herramientas concretas para crecer y generar un impacto mayor en su comunidad.”
De la Idea a la Realidad
El máster Jorge Nieto y la máster Rocío Pizarro, docentes de la Facultad de Administración y expositores del curso, destacan que este programa no se limita a transmitir conocimientos técnicos. Según Nieto: “Les enseñamos a crear ventajas competitivas, diferenciarse y construir una visión empresarial sólida. Queremos que entiendan que su trabajo puede convertirse en una marca, en algo que las posicione en el mercado.”
Por su parte, la máster Rocío Pizarro señala: “Buscamos que las emprendedoras no solo se formen técnicamente, sino que también adquieran una visión estratégica que les permita proyectarse como empresarias. Es muy motivador ver cómo empiezan a visualizar sus negocios con más claridad y confianza.”
Nieto subraya que el objetivo no es simplemente competir en precios, sino ofrecer un valor agregado: “Se trata de entender al cliente y diseñar una propuesta única. Esto les permitirá no solo crecer, sino también sostenerse en el tiempo.”
Voces de Cambio
Las emprendedoras, emocionadas, comparten sus avances. Allison Rosado agradece la guía de los estudiantes: “Nos han ayudado muchísimo a entender cosas que antes parecían complicadas. Nos orientan y nos transmiten confianza.”
Carolina Álava, por su parte, destaca cómo este curso le ha permitido darle un nuevo enfoque a su negocio: “Ya sabía de belleza, pero aquí aprendí cómo sacar provecho de eso. Ahora sé manejar mi dinero, estructurar mi negocio y hacerlo sostenible.”
Lizbeth Jacqueline Segovia, aún buscando el nombre perfecto para su emprendimiento, comenta emocionada: “Gracias a este curso, estoy aprendiendo a manejar mis finanzas y construir mi marca personal. Este es solo el comienzo.”
Aprender para Transformar
Para los estudiantes de la ULVR, este programa también ha sido una experiencia transformadora. Mayerly Crespo, estudiante de Marketing, describe cómo esta vinculación con la sociedad le ha permitido aplicar sus conocimientos y crecer profesionalmente: “No solo asesoramos, también aprendemos de ellas. Conocer sus historias y ayudarlas a transmitir sus ideas es una experiencia única.”
El programa es un puente entre el conocimiento técnico y los sueños, entre la teoría y la práctica, entre el deseo de avanzar y las herramientas para hacerlo realidad. En el campus de la ULVR, las emprendedoras de Durán están demostrando que con guía, visión y esfuerzo, no hay límites para lo que pueden lograr.